Hace siglos que la humanidad está atrapada en un gran laberinto, nadie ha logrado jamás salir de el. Dicen que los humanos tenían un gran poder desconocido para las otras especies, un poder que era capaz de volver al ser más malvado en un ser bueno. Nadie sabe de donde provenía este poder, pero algo era seguro: cambiaría el mundo.
Se convocó a todos los humanos a diferentes lugares con la excusa de que formarían reinos donde no existirían la pobreza y la maldad. Todo fue una trampa; los encerraron a través de una magia oscura y antigua tan poderosa que nadie ha sido capaz de romper su maldición. En todo el mundo se formaron los Laberintos, dejando a la raza humana encerrada para siempre.
Jamás se supo quien lanzo la maldición ni tampoco el motivo.
Jamás ha salido nadie de los Laberintos; hasta hoy.
Buena la idea que se puede proyectar con un poco de filosofía: en el siglo V antes de Cristo, en Grecia y su siglo de oro cuando surge la filosofía y establecen las bases de la ciencia y del arte, los grandes maestros que perduran hasta nuestros días desarrollaron y practicaron junto a sus discípulos el autogobierno sustentado en la ética y la estética.
La moral solamente era tal cuando se construía internamente por la persona y se presentaba en forma coherente con sus actos.
Después vino la religión que estableció una dependencia de la persona con los sacerdotes de diferentes credos que exigían mediante la confesión y el castigo el cumplimiento de normas rigurosas contenidas en sus escritos sagrados.
El ser humano dejó de crecer filosóficamente y comenzó a infantilizarse bajo la guía de sacerdotes y predicadores. Antes de emprender una acción había que consultar si era buena o mala según las normas dictadas.
Es decir cayeron en estos Laberintos...
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